martes, 2 de noviembre de 2010

Verde


Presuntuosa verdad: a mitad del azul y amarillo, si de pigmentos se trata.

Cuánto dura el verde en mis ojos, cuánto dura en la piel reptiliana.

Que el cerebro fuese arbóreo, el fantasma de su verdura fluorescerá.

Cuánto dura el verde en sus ojos.

Si su verde fuese celeste, si el cielo aterrizara, si la altura fuese la anti-medida,

si los gusanos fuesen las aves.

De qué modo el verde nos dura.

La hace durar a ella cuando se refleja en flor.

Y es que sus pendientes son verdes, la justa medida,

el justo color, la justa verdad.

Siempre habrá pigmentos, se piensa en calidad;

tratado de la emoción, un hueco en el estómago,

dispararse verde.

Si fascismo verde, si minoría verde, si juventud verde,

si clasismo verde, si justicieros verdes, si rabiosos verdes...espejismos verdes.
Los pigmentos son disparados, por eso el verde ni en la putrefacción es tal verde;
el verde no es emblema, ni es joya.

Ella tiene el verde porque dura su silueta: mujer del cielo desplegado.

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